Portland

Sabemos que las personas esconden un océano dentro, un océano inmenso, oscuro y desordenado, y sabemos también que, llegados a un punto determinado, querer entender a las personas es agotador, entonces decidimos apartarnos, poco a poco, de ellas, decidimos vivir contemplándolas, como si finalmente, un día, repentinamente, fuéramos conscientes que nunca podremos abarcar con una sola mirada un océano entero, y decidiéramos poner nuestra mirada simplemente en los pequeños barcos que lo transitan, haciendo de este gesto nuestra panorámica.

Observar una discusión, ser testigos de un accidente de coche, entrar en un edificio histórico, tener a un famoso a un metro de distancia, asistir a un funeral, visitar un país exótico, hablar de los demás incesantemente, pasear por una calle importante: ser testigos de las cosas y contemplar impacientemente los hechos absolutos y rotundos que pasan a nuestro alrededor, mientras que, sin percibirlo, nosotros pasamos desapercibidos para nosotros mismos.